Jorge, compañero de clase
Tú no le hagas nunca nada a otros chavales sin motivo; pero si te dan, entonces tienes que pegarles tú, y les tienes que dar más duro y más a la cabeza, ¿me entiendes? No importa si es uno más grande, o sin son más, o lo que sea. No te van a matar, así que hay que darles, no te olvides, les tienes que dar, y si no les das, va a ser peor. Mira, si en el momento no puedes hacer nada, ni se te ocurra dejarlo pasar; entonces te esperas al día siguiente y te vas a por el cabecilla. Según veas al que te ha hecho algo, te vas directo a él y le atizas. Sin mediar palabra, le das todo lo que puedas antes de que él se entere de lo que está pasando. Luego ya va a saber por qué le han caído las hostias, no te preocupes. Aunque sea más fuerte que tú, ya no va a querer más hostias, eso te lo aseguro, a lo mejor hasta os hacéis amigos, te lo digo. No te preocupes tampoco por los profesores, o por que te castiguen, ¿vale? Si me llaman de la escuela ya voy yo y que me cuenten, que te voy a apoyar, ¿de acuerdo? ¿lo entiendes? Si van a por ti, les tienes que dar, o luego será mucho peor. Seguramente fue por esas instrucciones de mi padre, que casi me las sabía de memoria por su insistencia, pero a mí nunca me hicieron nada grave. Ellos siempre buscaban al débil, al que no les creaba problemas. Y eso que yo también era un rarito solitario como Ismael; él, Ismael, era su objeto de burla favorito… Pero yo en cambio debí coger fama de peligroso el día que me enzarcé con el Cos cuando me llegó por la espalda para darme una colleja y hacerme la bromita esa que tenían de tirarte agua en la cara con la boca. Papá tenía razón, y mi reacción pilló totalmente por sorpresa a todos, tanto que cuando me pararon, el Cos no me hizo nada; se reían de una forma estúpida y se fueron. Sólo uno me dijo “puto loco friki” mientras se marchaban, pero ya no se volvieron a relacionar conmigo.
Gabriel, profesor
No es verdad eso de que los profesores no nos enteremos de estas cosas, ¿sabes? Tú en el aula lo ves todo, es como un escenario hecho especialmente para ti como espectador. También escuchas lo que los chicos se cuentan sobre lo que pasa fuera. Lo que ocurre, es que es mucho más fácil hacer como si no te enterases. Las cosas para nosotros no son tan sencillas como parecen, y al final no tenemos herramientas. El muchacho ese, Cos, que no se llama así, se llama Marcos, es incontrolable. Su familia es un desastre. El padre entra y sale de la casa, no sabemos en qué trabaja, pero parece que les pega a los hijos y a la madre… así que casi mejor cuando no está. Y si ves que se meten con el otro, ¿qué puedes hacer? Le da igual que le pongas un parte o que le expulses. Además, si no le está haciendo lesiones, tampoco vas a llamar a la policía o a los servicios sociales, ¿no?, porque te van a decir también que ellos no pueden hacer nada. Vamos, es que hace años tuvimos un niño con muchos problemas, lo acabaron tutelando y fue peor. Terminó metido en temas de drogas con otros más mayores del centro donde lo llevaron. Total, que al final tú intentas hablarles, y dices a la víctima que no haga caso, que los ignore y ya se aburrirán… Pero con Ismael…
Marcos, compañero de clase
Lo que dicen es mentira. Ismael era nuestro amigo. Sí que le hacíamos bromas, y le vacilábamos y tal, pero también nos las hacemos entre nosotros y no pasa nada. Él era muy extraño, pero eso no es culpa mía, que fuera un poco pringao, y que si le gastas una broma no te la devuelva, yo qué sé. Además, tampoco era yo el que más le hacía, joder, siempre soy yo el que hace todo. Dejadme en paz, ¿vale? Si estaba mal y se suicidó sería por sus movidas, no por que yo le molestase.
5 respuestas
Genial santi, te transporta a una realidad que siempre ha existido, pero por desgracia cada vez con peores consecuencias…
¡Muchas gracias por leerlo y comentar, Álvaro!
exactamente
Un brillante relato del bullying desde sus diferentes ángulos y versiones con una gran carga dramática que yace en el subtexto: el gravísimo (y, a veces, irreversible) impacto psicológico en la persona que lo sufre.
Felicidades Santi!!
PD: El comienzo me ha resultado familiar… 😉
jajajaja sí, el “más duro, más a la cabeza” es de Juan García Oliver…
¡No sabes qué ilusión que lo hayas leído, te haya gustado y lo hayas comentado!