Lo va a volver a hacer. No lo puede evitar, tiene que soltar el puto comentario. No se puede quedar callada, no puede seguir la corriente, tiene que decir alguna mierda que me haga sentir mal. Tiene que transmitirme su ansiedad por cosas que son suyas, que no van conmigo.

Va a ocurrir, joder.

Y ocurre.

 

Ay, Mariona, fíjate, incluso esa chica, ya está toda organizada. Y tú, que eres mucho más guapa e inteligente que ella, no lo consigues. Con lo bien que te va en el trabajo, y los estudios que tienes… Es que no lo entiendo.

 

–  Mamá – Digo – ¿De verdad me vas a amargar la comida otra vez? Sabía que ibas a meter tu pullita. En el momento en que Cristina empezó a hablar de la boda de Laura, ya sabía que ibas a ir por ahí. Te da igual cómo me sienta, la semana pasada ya tuvimos la misma discusión. Ya te dije que por favor, que pares. Pero no; tienes que volver al mismo tema una y otra vez.

 

Ahora mismo siento tanta rabia. La quiero, es mi madre, me ha cuidado, me ha ayudado, me ha limpiado los mocos y me ha abrigado cuando era una niña y tenía frio… No estaría donde estoy sin ella. Pero siento que me hace daño, que se ha convertido en alguien tóxico para mí. Tengo ganas de llorar, de gritar, aquí sentada en la mesa con ella y con papá, que se hace el sordo, y con Cristina, mi hermanita pequeña que parece encantada de que yo y mi futuro nos hayamos convertido en la principal preocupación de mamá. La comprendo, es un respiro, hace años eran ella y sus problemas estudiando lo que acaparaba el malestar. Debe ser un respiro. Porque Cristina tiene su novio de toda la vida y el año que viene se van a casar, igual que su puta amiga Laura que ha desatado los comentarios de mamá. Ya no la comparan conmigo y lo bien que me iba como abogada recién graduada; ahora yo soy la futura solterona que no le va a dar nietos, y Cristina el modelo de virtud y futuro familiar. Me dan ganas de irme sin más, de pasar de comer con ellos cada semana para salir de mala hostia y llevándome a casa la frustración de mamá.

 

Mariona, hija, solo he dicho lo que pienso, sin más, no te lo tomes tan a pecho. Me duele mucho que no me dejes ser una madre que quiere lo mejor para su hija. Parece que te moleste que me interese por ti.

 

Encima la hija de puta va a entrar por la vía pasivo agresiva.

….

 

Y llego a casa cabreada. Se supone que ir a comer con tus padres y tu hermana debería ser algo bonito, un espacio para hablar de las cosas del trabajo, recordar momentos compartidos, para hablar de lo hermoso que tenemos como familia… Una manera agradable de pasar el domingo con gente que quieres y que te quiere. Y yo últimamente la mitad de las veces que me relaciono con ellos, especialmente con mamá, me siento mal.

 

Lo peor de todo es que también es algo en lo que yo pienso. No necesito que mamá me recuerde que tengo 32 años y que mis óvulos no van a ser eternos. Ya me lo explicó con mucha claridad la ginecóloga en la última revisión. Y en el fondo se lo agradezco, porque a las mujeres no nos han educado sobre nuestra fertilidad. Podrías llegar a los cuarenta sintiéndote joven, en forma y lista para concebir, solo para darte cuenta de que se te ha pasado el arroz. Pero los comentarios de mamá no me van a ayudar a decidir qué hacer, ni a avanzar. Solo me joden viva.

 

Por suerte, tengo amigas como Clara, con quien puedo hablar sin tapujos de todo esto. Sé que hay otras que ni si quiera. Hoy no voy a llamar a Clara para hablar de lo mismo, porque la semana pasada ya estuvimos dos horas al teléfono con este tema. ¡Dos horas! Sí que nos enrrollamos. Pero es que estamos en una situación jodida; me siento como en una balsa a la deriva. Me encanta ser abogada, litigar, tener un sueldo mayor que el de la mayoría de las mujeres de mi generación. No siento que para mí exista el techo de cristal del que siempre hablan las feministas de la edad de mamá. Pero no es eso todo lo que quiero en la vida. De pequeña me gustaba jugar a cuidar bebés, sabía que eso era lo que quería, soñaba con mi príncipe azul, me imaginaba casándome con Carlitos… Y ahora ya no quiero ningún príncipe azul, pero sí me gustaría tener un compañero, alguien con quien construir algo sólido; y estar embarazada, y que me mimen, y dar a luz unos bebés hermosos con ese compañero leal y razonablemente guapo e interesante… tampoco pido tanto, cogiéndome de la mano. Quiero expresar esa parte de mí, y no puedo.

 

Lo hablábamos con Clara, es como un momento clave ahora con los tíos. Las dos la cagamos con nuestras anteriores parejas. Lo de ella fue peor porque le hizo la liana con la compañerita de trabajo. Qué típico; encima lo tuvo que dejar ella cuando los pilló. ¿Cuánto tiempo pensaba estar el muy cabrón con las dos? Y a mí… Bueno, quizás eso es lo que azuza la ponzoña de mamá, porque Javier no tenía nada de malo. No le veo ni con iniciativa para ponerme los cuernos. Pero es que, joder, sí, no me arrepiento de haber cortado con él. Era todo tan aburrido. Solo quería ver series, echar un polvo a la semana (con suerte) pensar en ascender y ganar mucho dinero y enseñarme a sus amigos y a su madre como una especie de muestra de que había triunfado en la vida porque estaba con una mujer profesional que encima estaba buena y no quedaba mal en las reuniones sociales. Mejor pegarme un tiro que seguir con él. Sí, hice bien en dejarlo. Mamá estará segura de que me voy a arrepentir, pero es que antes me hago monja que seguir con Javier. Y bueno, lo que hablábamos con Clara es que este es un momento clave porque no la podemos cagar otra vez. O sea, vale, ahora conozco a un pavo; uno de estos de Bumble que parece normal. Que se cuida un poco, que no vive en casa de sus padres, que sabe escribir sin faltas de ortografía y no te pide permiso para follar, ni tampoco es un cazurro en el sexo que no sabe ni dónde está el clítoris… porque esa es otra, pero luego voy a eso… Lo conozco, y empezamos a salir y tal. Y no me va a dejar preñada a los seis meses, por lo menos tendremos que estar un año juntos, conocernos, hacer vida de pareja, convivir. Y un año incluso así es muy poco, ponle dos, o dos y medio. Y me veo con 34 y medio. Y si en ese momento me doy cuenta de que era un gilipollas, ¿qué? O si se enamora de otra, tampoco tiene por qué ser un capullo integral, esas cosas pasan. Entonces me planto casi con 35; y no me voy a emparejar al día siguiente con otro y repetir el proceso. Por lo menos habrá que hacer seis meses de duelo, ¿no? Y a lo mejor esta segunda vez no es tan sencillo y hasta me quiero enamorar antes de intentarlo de nuevo; y en lugar de seis meses es algo más hasta que me enamoro. Total que puede que en estas ya esté rondando los 37, y a esa edad hay mujeres a las que ya se les han acabado las balas. Así que hablábamos con Clara que es como una presión muy grande para no equivocarte.

 

Y además los ves a ellos, que parece que están en otro partido. Los tíos de mi edad que han pasado por situaciones como la nuestra no tienen estos problemas. Saben que se pueden centrar en su carrera profesional, porque el pico, el momento en el que se decide todo, es justo en esta década. Folletean o buscan nuevas relaciones con tranquilidad porque ellos no tienen ninguna espada de Damocles, ni sus madres los amargan con augurios de soledad y gatos. Sí, ya sé que no todos los hombres lo viven así. Está toda esa masa de tíos quejándose constantemente de que las mujeres no les hacen caso ni se acuestan con ellos. Tíos que pretenden que te metas en su cama porque supuestamente son buenas personas y de alguna forma se lo merecen. Que creen que debería haber una especie de justicia social que les otorgase automáticamente su cupo de meterla en caliente, aunque en el fondo odien a las mujeres. Tíos que se pajean con vídeos de Torbe porque les encantaría verse en esa situación, haciendo que una chica mucho más joven que ellos, con las tetas bien puestas y necesidad de dinero, se la chupen. Pero qué quieres que te diga, en esos tíos no voy a pensar, lo siento.

 

Además, a esos hombres, aunque nos quieran follar y nos odien a la vez, les dan miedo las mujeres como nosotras. Les raya desde el momento en que se dan cuenta de que yo gano más que ellos. No sé, es como que les haría sentir más seguros pensar que van a ser los proveedores; o que les da tranquilidad estar con una mujer que va a depender de ellos. Entonces, se sienten perdidos en un mundo en el que por ir a trabajar 12 horas a la fábrica ya no tienes automáticamente derecho a una mujer que te esté esperando en casa con la mesa puesta y una gran admiración por lo varonil que eres. Que por cierto, estos tíos ni de coña se meten 12 horas en ninguna fábrica. Pero bueno, ellos piensan que sí, y creen que tienen mala suerte de no vivir en el mundo de sus abuelos.

 

Total, que no sé que hacer. Y toda esta mierda me hace sentir muy rara cuando conozco a un hombre. No puedo disfrutar completamente del momento. Si el tipo no quiere nada serio, siento que pierdo el tiempo; pero entonces ellos es como que saben que tienen que simular que quieren algo que no quieren, y se les nota mucho; y tíos que a lo mejor me valdrían para pasar el rato ya no me valen. Y estoy agobiada con todo lo que tiene que ver con ellos, pero resulta que soy heterosexual y me gustaría formar una pareja con uno.

 

Así que con Clara hablábamos de que a lo mejor lo que tendríamos que hacer es ser madres solteras, o algo. Era una fantasía, sé que eso saldría fatal. Pero en nuestra fantasía nos organizábamos las dos y nos pillábamos el mismo donante en la empresa esa danesa que te manda el semen a casa. Un chaval rubio de 25 años, con un doctorado, que mida 1’90. A tomar por culo. Y que quedaríamos con los tíos de Bumble pero ocultaríamos nuestro plan y nuestra situación. Les dejaríamos contarnos sus milongas ya tranquilas, porque nuestro danés nos había hecho o nos iba a hacer el bombo.

 

Y bueno, esa fantasía está bien para las risas y tal; nos desahogaba, pero no me resuelve el problema.

 

Así que me estoy tomando en serio el anuncio este que he visto de congelar mis óvulos. Quizás me de esos años de prórroga, de tranquilidad, y pueda actuar en todos los sentidos como los otros abogados del despacho. Pero es que tampoco es eso lo que quiero, dejar pasar una década y que la maternidad la encare mi yo del futuro. Estoy súper perdida.